Adaptación del niño al jardín de infancia. El jardín de infancia es un periodo nuevo en la vida de un niño. La transición del entorno familiar a un nuevo entorno es estresante. Para el niño, es sobre todo la primera experiencia de comunicación colectiva.
Los nuevos entornos y las personas desconocidas no son aceptados inmediatamente por todos los niños sin problemas. La mayoría reacciona al jardín de infancia llorando. Algunos entran en el grupo con facilidad, pero lloran por la noche en casa, se ponen nerviosos y lloran antes de entrar en el grupo.
En los procesos de Adaptación del niño al jardín de infancia intervienen tres partes: el niño, los padres y los profesores. El resultado final -un niño tranquilo que disfruta asistiendo a la escuela infantil- depende de lo preparados que estén todos para soportar la adaptación.
El niño. Cambios en su rutina en la guardería
No es fácil para los niños de cualquier edad empezar el jardín de infancia. Todo cambia drásticamente en sus vidas. Los siguientes cambios irrumpen literalmente en la rutina normal y establecida del niño:
– la rutina diaria;
– la ausencia de familiares cerca;
– contacto prolongado con sus compañeros;
– la necesidad de obedecer y someterse a un adulto desconocido;
– una fuerte disminución de la atención personal;
– peculiaridades del nuevo entorno espacial y material.
La adaptación del niño al preescolar va acompañada de diversos cambios fisiológicos y psicológicos negativos.
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Un niño que se adapta se caracteriza por:
– El predominio de las emociones negativas, incluido el miedo;
– falta de voluntad para entrar en contacto con los compañeros y los adultos;
– Pérdida de habilidades de autocuidado;
– trastornos del sueño;
– pérdida de apetito;
– regresión del discurso;
– cambios en la actividad motora, que desciende a un estado letárgico o aumenta hasta el nivel de hiperactividad;
– disminución de la inmunidad y múltiples enfermedades (consecuencias de la situación de estrés).
Los padres en la Adaptación del niño al jardín de infancia.
Los padres llevan a sus hijos al jardín de infancia por diversas razones. Pero incluso si esta decisión no está relacionada con las necesidades vitales graves de la familia (por ejemplo, la salida obligatoria de la madre al trabajo), instala un sentimiento de ansiedad en casi todas las personas cercanas al niño. Es la ansiedad, no la alegría ilimitada y la tranquilidad. Y cuanto más se acerca el día en que el niño entra en el jardín de infancia, más a menudo se hacen patentes las siguientes manifestaciones:
– Me vienen a la mente episodios de la experiencia personal de ir al jardín de infancia (y principalmente, por regla general, negativos);
– El marketing en el arenero (las conversaciones con las madres que pasean por el patio siempre giran en torno a preguntas: «¿Vas a la guardería? ¿Cómo es?»);
– atención a los hábitos y habilidades del niño, no sólo los culturales e higiénicos (cómo usar el baño, lavarse las manos y la cara, comer y beber, desvestirse y vestirse, etc.), sino también los de comportamiento (cómo se comunica con otros niños, cómo escucha y sigue las peticiones de los adultos, etc.);
– las palabras «jardín de infancia» y «profesor de jardín de infancia» aparecen en la comunicación con el niño y entre ellos («Vas a ir a la guardería… ¿Qué dirá la maestra de la guardería si ve esto…?»).
Un padre que se adapta se caracteriza por
– la ansiedad aumentada;
– un mayor sentimiento de compasión por el niño y por ellos mismos;
– un mayor interés por todo lo relacionado con el niño (comer, dormir, ir al baño);
– una mayor atención a los profesores (desde el control intensificado hasta la congraciación);
– Verbosidad (hacer muchas preguntas e interesarse por los detalles y pormenores del día del niño).
Se distinguen tres grados de adaptación del niño al jardín de infancia
– leve (15-30 días);
– Media (30-60 días)
– Pesado (2-6 meses).
Estadísticamente, la mayoría de los niños que acuden a la escuela infantil experimentan una adaptación media o severa.
Crear las condiciones para el bienestar psicológico del niño en la etapa preescolar es establecer una relación de apego a través de una adaptación paso a paso.
El objetivo de este modelo es garantizar, en colaboración con los padres, que el niño se introduzca en su nuevo entorno y que se establezca un vínculo con el cuidador. La adaptación termina cuando el cuidador se percibe como una base segura y el niño se deja consolar.
Se trata de un tipo de apoyo psicológico.
1. Busque un rincón acogedor en la sala de grupo y compórtese de forma mayoritariamente pasiva.
2. Reaccione positivamente al acercamiento y al contacto visual del niño, pero no establezca contacto con él.
3 No obligues al niño a alejarse de ti o a realizar determinadas actividades.
4. Si quieres salir de la habitación, permite que el niño te acompañe.
5. Intenta ocuparte de otras actividades y de los niños.
Se considera que el final del periodo de adaptación es el momento en que las emociones negativas se sustituyen por las positivas y se restablecen las funciones regresivas. Esto significa que
– el niño no llora al salir por la mañana y está más dispuesto a ir al grupo;
– el niño está cada vez más dispuesto a interactuar con el educador del grupo, responde a sus peticiones y sigue la rutina;
– El niño se familiariza con el espacio del grupo y aparecen sus juguetes favoritos;
– el niño recuerda habilidades de autocuidado olvidadas; además, tiene nuevos logros que ha aprendido en el jardín de infancia;
– El habla y la actividad motora normal (propia del niño) se restablece en casa y más tarde en el jardín de infancia;
– Los patrones de sueño en el centro de día y en casa se normalizan;
– El apetito se restablece.
¿Cómo funciona el periodo de adaptación? Para empezar, hay que tener en cuenta que cada niño pasa individualmente por este difícil período. Algunos niños se adaptan rápidamente, en dos semanas, otros tardan más, dos meses, y algunos no se acostumbran hasta dentro de un año.
Los siguientes factores influyen en el proceso de Adaptación del niño al jardín de infancia:
1. La edad.
2. El estado de salud del niño.
3. Nivel de desarrollo de las habilidades de autocuidado.
4. Capacidad de comunicación con los adultos y los compañeros.
5. Nivel de objeto y actividades de juego.
6. La rutina en casa se acerca a la del jardín de infancia.
Cuando un niño entra en el jardín de infancia, debería ser capaz de:
– sentarse en una silla de forma independiente;
– ser capaz de beber de una taza;
– utilizar una cuchara;
– participar activamente en el vestido y el aseo.
Lo que no se debe hacer:
1. No castigues ni te enfades con tu bebé por llorar al salir o en casa cuando mencione que tiene que ir a la guardería. Recuerde que tiene derecho a esta reacción. Los recordatorios estrictos de que «prometió no llorar» también son totalmente ineficaces. Los niños de esta edad aún no son capaces de mantener su palabra. Es mejor recordarles de nuevo que definitivamente estarás allí.
2. No asustar a los niños en la guardería («¡Si te portas mal, irás otra vez a la guardería!»). Un lugar que da miedo nunca será un lugar favorito ni seguro.
3 No es aceptable hablar mal de los profesores y de la guardería delante del niño. Esto puede hacer que su hijo piense que la guardería no es un buen lugar y que le rodea gente mala. Entonces la ansiedad no desaparecerá en absoluto.
4. No engañes a tu hijo diciéndole que vendrás muy pronto, si por ejemplo tu hijo tiene que quedarse en la guardería medio día o incluso un día entero. Es mejor hacer saber a tu hijo que mamá no vendrá en mucho tiempo que esperarla todo el día y perder la confianza en la persona que más quieres.
Formas de reducir el estrés de tu hijo:
– debes crear una rutina diaria (dormir, jugar, comer) para el niño en casa, que se corresponda con la rutina preescolar;
– en los primeros días, no deje a su hijo en la guardería más de 2 horas. El tiempo debe aumentarse gradualmente. Al cabo de 2 ó 3 semanas, podrá dejar a su hijo durante todo el día, en función de los deseos de su hijo;
– Cada día debes preguntarle a tu hijo cómo ha ido el día y cómo ha sido la experiencia. Es necesario centrarse en los aspectos positivos de la jornada, porque son los padres los que pueden formar una actitud positiva hacia la guardería;
– es una buena idea acostar al niño temprano, pasar un rato con él antes de acostarse y hablar de la guardería. Podéis organizar qué juguetes queréis llevar a la guardería y decidir juntos qué ropa queréis llevar por la mañana;
– En los fines de semana, mantén la rutina preescolar y repite todas las actividades;
– Es aconsejable dar al niño un par de días libres, si se niega a ir a la guardería. Durante todo este tiempo, debes hablarles de la guardería y de lo mucho que les espera allí.
A los padres les puede resultar difícil enviar a su hijo a la guardería:
– En primer lugar, los padres no están preparados para la reacción negativa del niño al preescolar. Los padres pueden estar asustados por el llanto y la confusión de sus hijos, mientras que en casa aceptan de buen grado ir al jardín de infancia. La berrea es un estado normal del preescolar durante el periodo de adaptación. Si los adultos tienen paciencia, puede desaparecer por sí solo;
– Un error común de los padres es culpar y castigar al niño por llorar. Esto no es una solución;
– un niño puede tardar entre 2 y 3 meses en acostumbrarse al jardín de infancia;
– los propios padres deben estar preparados psicológicamente para que su hijo asista a la escuela infantil. Tómatelo con calma con los golpes y moratones.
Por muy maravillosa que sea la guardería, por muchos profesionales que trabajen en ella, nadie ayudará a tu hijo mejor que tú. Si tu hijo sabe con certeza que al final de un día ruidoso le esperan en casa y que ocho horas en la guardería no le parecerán una eternidad, ¡el estrés remitirá!
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